jueves, 24 de agosto de 2023

Recreo en el Cosmos

(texto escrito a partir de la asociación de ideas

por las palabras que me han aportado otras personas:

¡gracias!)


En la vastedad del Universo no suena el timbre para llamar al recreo.

Sin embargo, un Dios infantil sabe

cuándo hay que salir a jugar. Se sienta en la negrura,

reúne unas cuantas estrellas, las gira, las reparte, altera inocentemente

cualquier permanencia,

borra el azar y lo reconstruye

con una sabiduría incomprensible. Es un Dios

niño

y, a la vez,

madre de todo,

anciano solitario,

capaz de soltar y conjugar como quiera los lazos. En la frente lleva

tatuados todos los astros, y en su faz negra, salpicada de pecas,

residen todas las galaxias.

El Dios de los dientes de leche se divierte con los párpados cerrados:

no le hace falta abrirlos para ver.

En lo que dura un batir de pestañas

nos esfumamos, regresamos

hechos polvo a la ancha

oscuridad del cielo,


hasta que Alguien,

un anciano, una madre,

un niño,

nos da un soplo de nuevo,

nos junta en esta tierra,

nos echa al mundo y

volvemos

    a jugar.

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