lunes, 23 de agosto de 2021

La fuente

Ser una escritora torturada,

confeccionar con cada letra

el catálogo de mis penas,

derramar la juventud llorosa

irremediablemente,

confiar en la belleza

punzante,

confortable de la tristeza,


todo eso está reposando en mi carne,

en el blanco de mis ojos;

nunca podré decir que no fui secuestrada,

nunca podré vivir como si no hubiera sido secuestrada

durante nueve años

bajo la tutela abrumadora de los pesares,


pero quiero escribir con tinta nueva,

ofrecerte un pétalo de la esperanza,

asegurarte que ya he llegado a esa parada

donde los días reverdecen y las luces bailan.


Si soy capaz de hacerlo, en realidad,

no lo sé. Cómo voy a decirte la fragilidad

de un cascabel de nieve

desde las suaves puntas de la hoguera,

no lo sé. Pero cortarme el pecho,

volverme hacia fuera como un libro usado,

es simplemente como escribo.

Ahora que trepan las flores, que saco al sol mi jardín,

también he de volverme hacia fuera

como se arriesga y vierte el agua de una fuente fresca.

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