Echo de menos a mis amigos con o.
Es decir, no los echo de menos,
todos los que no están me hirieron tanto,
todos los que no están quisieron aprovechar mi amistad para llegar a mi sexo,
todos, al fin, me dejaron tirada cuando mi madre había muerto.
A ellos no quiero verlos, no quiero
cruzármelos en el metro,
mantenerme en la acera con el que pasaba
(vale),
con el que agredía, con el que violaba.
Estos dos pueden irse
de la manita a una zanja
que con mi sudor y sangre
amablemente les tendría cavada.
Pero echo de menos a mis amigos.
Los que están ahora, no hay duda,
los mejores que he tenido.
Entonces, de los que me han muerto un poco,
en realidad, supongo
que echo de menos el momento en el que aún
creía
que éramos amigos.
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