domingo, 27 de febrero de 2022

SDF

Aterida yo

y las noches que pasan

en su vasta indiferencia

de oscuridad helada;

y las estrellas están mudas

o soy yo, que estoy ciega,

nada ya me dice nada,

sigo sobreviviendo a tientas.


Y si yo tuviera una casa

cuatro paredes, por estrechas que fueran,

el frío sería distinto;

tendría las luces apagadas

fuera del escaparate

del cajero de noche y sus luces blancas.


Nunca se sabe a ciencia cierta

si es que va a llegar el mañana,

y entre polvo y bancos y aceras

la incertidumbre me atenaza.


La luna recorre el cielo

con su eterna absoluta desgana,

arrastra tras de sí el sol

y la frialdad anquilosada.

Aterida yo,

aterrorizada.

martes, 8 de febrero de 2022

Como Baba Anujka

Con cuatro hierbas y tres palabras se refrena el tumulto del alma, pero hay que saber escogerlas, porque mucha gente piensa directamente en opios o marihuana. En tu caso, hay que empezar por sanar desde fuera. No, son hierbas que crecen en el suelo muy rasas, o son gruesas hojas ásperas que, aplastadas, manan mucha salvia. Por suerte, a ojos de cualquiera, son plantas ordinarias, y nadie pensaría en cogerlas si no fueran del gremio. A mí me pasa una cosa curiosa: no sé cocinar nada, pero, ante el calderito, literalmente puedo hacer magia, así que no te apures, Raquel, que en diez minutos está la pócima terminada. He tenido las raíces en infusión desde el cénit lunar hasta el alba. ¿Que no te imaginabas que hubiera una bruja por estos andurriales...? Bueno, al menos creías que las había en otra parte. Me parece que la gente se imagina siempre los bosques del norte cuando piensa en la magia, pero, mira, nuestra casta es muy amplia y estamos en cualquier parte... Hasta en un pueblucho de playa. No te puedo decir exactamente de dónde saco los ingredientes de las pócimas, pero entre la pinaza de los caminos que dan al mar hay material... Es cuestión de saber mirar. Muy bien, reina, aquí tienes la poción. Yo creo que con dos gotas ya tendrás la solución. Esperarás siete días y ya estará. Mientras tanto, te escondes en casa de algún amigo o de alguien de fiar, y si no tienes a nadie, aquí no te encontrarán. Cuando le hagan la autopsia, será todo natural. No te preocupes, no te apenes, mi reina, no llores más: si no lo haces tú antes, él te va a matar. Lo veo en tus heridas y en lo pequeña que estás. Ya lo viste tú también en la bola de cristal.