domingo, 27 de febrero de 2022

SDF

Aterida yo

y las noches que pasan

en su vasta indiferencia

de oscuridad helada;

y las estrellas están mudas

o soy yo, que estoy ciega,

nada ya me dice nada,

sigo sobreviviendo a tientas.


Y si yo tuviera una casa

cuatro paredes, por estrechas que fueran,

el frío sería distinto;

tendría las luces apagadas

fuera del escaparate

del cajero de noche y sus luces blancas.


Nunca se sabe a ciencia cierta

si es que va a llegar el mañana,

y entre polvo y bancos y aceras

la incertidumbre me atenaza.


La luna recorre el cielo

con su eterna absoluta desgana,

arrastra tras de sí el sol

y la frialdad anquilosada.

Aterida yo,

aterrorizada.

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