14 de octubre de 2020
Me gusta leer al aire libre y me gusta leer en casa, tumbada encima de la manta. A veces tardo en coger un libro (tardo demasiado, creo yo), pero cuando pego los ojos a las letras, siento que podría estar así todos mis años, leyendo. Antes me gustaba ir en tren y en tranvía, pero ahora, con el virus, no. Me sigue gustando ir en coche y ver la carretera y las farolas resbalando por fuera de la ventana. Me gusta estar en la calle a la hora que todos trabajan y ver las aceras semidesiertas, con una mujer sentada al sol en una terraza y un señor con el carro de la compra y la barra de pan para hoy. Me gusta quedarme un poco más, me gusta marcharme pronto. Me gusta cuando en clase hay preguntas y me gusta cuando se oyen sólo las veinte respiraciones concentradas. Me gusta el olor de después de la lluvia, aunque antes de llover hiedan las cloacas. Me gusta ver una urraca y encontrar la segunda, y mirar los pechos blancos y fugaces de las golondrinas. Me gusta meter los pies en el mar siempre y odio la arena en los calcetines, y me gustan los sitios verdes con piedras para sentarse. Me gusta pasar cerca de los colegios a la hora del recreo y cazar un trocito de conversación importante entre niños, una pizca de risa. Me gustan los calcetines divertidos y no soporto llevar guantes. Me gusta estar una hora en la biblioteca y mirar a través del cristal de horno cómo se dora la comida. Me gusta el olor a suavizante, odio tender y doblar la ropa. Me gusta tener la piel suave y las cejas bien delineadas, y llevar el pelo corto y largo y a medias. No sé si me gusta llevar medias. Me encanta estar cansada y ponerme el pijama, me gusta y prácticamente sólo bebo agua. Me gusta aprender y contar datos inútiles, me gusta escuchar y emocionarme tanto que necesito hablar. A veces diría que me gusta llorar. Me gustan por su belleza y carga las palabras, odio también las palabras soeces. Me gusta tomar café sin pretensiones, aunque siempre me duela la barriga después. Me gusta escribir y olvidarme en ello de todo, todo lo que tengo que hacer. Me gusta que la comida esté hecha y que no estén en la pila los platos de ayer. Me gusta oír en una canción el bajo, bailar un poco, hacer el amor únicamente, dormir la siesta. Me gusta mirar fotos y me apena, y me gusta escuchar historias de antes de mí. Me gustan los museos y las pinacotecas, pasear y pisar todas las hojas secas, las bromas tontas y los chistes malos. Me gusta también que llegues al final del texto, que hayas leído todo esto para conocerme; me gustaría también poder conocerte a ti.