lunes, 9 de marzo de 2020

Fiel

Te espero, te espero siempre, y no te lo digo, pero odio cuando te marchas y no vuelves, y sobre todo odio cuando te vas y se hace de noche, y pasan las horas, y tú estás en cualquier otra parte y no conmigo. Muchas veces termino por intentar conciliar el sueño: si me quedo dormido, no sufro por tu ausencia, y prefiero cualquier pesadilla a estar despierto. Te quiero fiel como yo.

¿Con quién estarás? ¿Qué estarás haciendo? Te figuro otra vez con él, ese hombre guapo que con su presencia domina la sala, y te acercas como por casualidad, y posas tu mano sobre su brazo al hablar, e invariablemente he de buscar otros pensamientos, porque no puedo soportar la idea de vuestras risas, vuestra complicidad, lo a gusto que te encuentras con él y la posibilidad, cada vez me parece menos remota, de que te olvides de mí. Ven a casa ya, es muy tarde, y no te vuelvas a ir.

Dirán que soy celoso, pero qué celos hay si yo soy tuyo. Te quiero tanto y te quiero sólo para mí.

El tiempo se detiene, me consume la ansiedad. Recorro el piso sin saber qué hago, me vuelvo a acostar. Sobre la pared se proyecta vuestro romance y lo odio, y no quiero resentirte. Oigo a veces el ascensor, igual eres tú que vuelves, pero la cerradura insiste en quedarse muda.

Vuelve, vuelve. No lo soporto. Está conmigo, vete de cualquier otro.

Al final, como otras veces, el cansancio me vence, y sin saber cuándo ni cómo me he quedado dormido. Me despierta, por fin, el tintineo de las llaves. ¿Qué has estado haciendo? Tú no me habrás echado de menos. Voy a tu encuentro, hueles a frío, y he de abrazarte sin remedio. Al fin recibo tu tacto: tus manos hábiles me acarician detrás de las orejas, me rascan bajo la barbilla, me palmotean los costados exactamente como me gusta. Mi cola se dispara de lado a lado, y tu voz alegre me abraza, y me dices como siempre: "Qué bonito eres, ¿me estabas esperando? Qué bonito eres, qué buen chico".

No hay comentarios:

Publicar un comentario