martes, 25 de febrero de 2020

Tres menos cuarto

Preferiría salir por la parte de atrás,
atravesando los aparcamientos,
que por aquí delante,
la puerta roja y vieja y usada
de todos, usada de mí tantos años,
tantas tardes borrosas salvo por el recuerdo
por que prefiero no salir por aquí.

Era muy joven, muy lista,
muy poco lista aún,
y vi el cuerpo alto y robusto,
la camisa blanca, la nariz grande,
esos ojos lúbricos e inteligentes
y quise hacer que no vi en lugar de acercarme
y saludar a mi abuelo,
y abrazar a mi abuelo
sólo por andar con mis amigos unos metros,
y de mi abuelo tengo un almacén repleto
de instantes y seguridades
vividas fuera del tiempo,
soles y andanzas y siglos completos,
pero aquella vez hice que no vi
y realmente no vi lo que hoy sí veo.

Por aquí salía también siempre rezagada
y andaba un poco y al girar me encontraba
mi madre azul, viva y sonriente
con mi merienda, de pie junto al coche viejo,
y traía para mis mejillas preparado un beso,
y ella decidía que no había prisas
con la tarde siempre llena,
y es un recuerdo bello como el día,
y no tiene importancia, es otro avatar del duelo:
así pincha mi carne como una antena hiere al cielo.

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