miércoles, 12 de febrero de 2020

Collar de espinas

Tenía un amigo que terminó convencido de veras
de que la espina era en la flor la parte bella,
y era su sangre que al pétalo daba color,
como si reescribiera en su pena cierto mito de amor.

Se cumplió su profecía de terminar solo al fin,
no sé si solo del todo,
sé que solo de mí,
pero en su obsesión punzante creo que entendió
y persiguió aquel lado se sí,
que no era la rosa la que hacía el corte,
era el Narciso pintado de odio carmín.

A veces lo veo un futuro tan claro...
Me quiebro en la impotencia de no saber evitarlo.
Tal vez esté la diferencia
(tampoco quiero excusarme)
en que él se suicidaba en su triste donaire
y si me muero yo será
abrazando hasta desangrarme.

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