martes, 26 de marzo de 2019

Ab ur(r)be


Gracias a Marta Ribera Carrasquer por la inspiración urbana

La primera gota se aplasta contra el asfalto y es como una triste profecía. Un segundo después, tantas como ella se suicidan desde su hogar de ángeles y van a morir sobre el sucio pavimento de una ciudad voraz.

Esa urbe, grande, magnífica, burguesa, eterna, no está preparada para el cielo: es suelo hacia arriba, acera vertical. Las hendiduras de sus baldosas, regadas de orín, reflejan el gris mugriento de las suelas incesantes y apresuradas e impotentes. No caben en la ciudad los paraguas.

La calle fagocita personas, las digiere el enjambre de fachadas, desaparecen disueltas entre cortinas de agua. El convoy subterráneo se para, el autobús no llega nunca, la gente se ahoga entre sumideros incapaces de tragar tanta cochambre, tanta agua, tantas ganas de olvidarse.

No está hecha para el cielo y no está hecha para la vida. Llueve, el orvallo salpica con indolencia los bajos de los pantalones, estrella, como átomos, personas como personas, confeccionadas para no soportarse, para el bufido y el ceño arrugado, y para el estupor de la nadería de andar, hora tras hora, corriendo como una hormiga enloquecida entre cajas apiladas, carriles bidireccionales, propaganda y oficinas.

El metro no aguanta, el colectivo se satura, las aceras se resquebrajan y las ventanas lloran por la abulia de la supervivencia en el progreso que llega a todos y nunca a uno.

Urbe a divinis, nolens volens. Otro día, tal vez, saldrá el sol. Como hoy y como siempre, no será suficiente.

miércoles, 13 de marzo de 2019

viernes, 8 de marzo de 2019

Postigo


De ningún modo se pretende hacer referencia al suicidio.

Cada día me despierto con la triste esperanza de que estés viva. Sueño el reencuentro y al aterrizar está la casa sola, la calle menos alegre, el mundo más doloroso. Tus buenos días resuenan mañana tras mañana de tu voz fantasma, y me asusta que se termine el frasco con tu colonia.

Vacié tu armario y tus cajones. Me quedo tal camiseta, el vestido negro, el vestido de colores, y un montón de espacio huérfano como mi pensión de cada mes.

Es la vida una fotografía desvaída. Busco todavía tu figura en la distancia, un chaquetón rojo, y no, "ella no es". Como el tiempo que transcurre, ¿adónde te tuviste que ir tú? Secuestrada perpetuamente de la vida, y yo estoy en otra prisión.

Por todos, por ti, por mí he de encontrar alegría. Tú dirías que, sobre todo, por mí. Yo diría que, antes que nada, por ti. ¿Te traiciono, mama, te decepciono? Me aterra pensar que sí. Y tú estarás orgullosa y asegurarás que tal y como lo hago está bien, que hay que vivir de una forma distinta... Pero ni tú ni yo lo queríamos. Aprender a los veinte otra vez a caminar, por primera a cocinar, y escribir con la mano izquierda es más sencillo que mirar la T10 manida y saber que no me lleva a ti.

¿Qué me dirías? Lo sé, lo sé, pero... ¿y si no lo sé? Tuve que volver a nacer alumbrada por la muerte de la vida. La jaula es demasiado espaciosa para tanta parálisis, para toda mi incapacidad.

Muchas velas de cumpleaños, dientes de león y estrellas fugaces deseando que estuvieras viva en ti, además de en mí.

Nos separan muchos años, mama, y yo sueño con tu presencia, y me desplomo a la realidad, y cada mañana deseo que no sea verdad, y no sé si prefiero dormir, soñarte y quedarme sin despertar.

Pero contigo, mama. Siempre contigo.

Buenas noches. "Como la miel, dulces sueños".

lunes, 4 de marzo de 2019

Cantor


Tiene la alondra el pico
     inflamado de maitinadas,
          y en el pecho la noble aguja
               de las caricias calladas.

                    Tiene el charrán en el ala
               hilos de agosto invernal,
          y en su cabecita nocturna
     el secreto silencio horizontal.

Tiene el buitre pardo
     la garganta blanda, y dice
          en sones de gana y templanza
               el mañana de la
                    calavera calva,
               la lumbre venida
          de la tibia parca.

     Y tener quisiera el que enhebra
rimas para la canción eterna
     –a la alondra y el charrán y el buitre pasados–
          el no morir de la de incendio alado.

04.03.2019

“Me gusta velos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse...”

domingo, 3 de marzo de 2019

Pajarillo,

¿qué le dirás al viento?
¿Qué le dirás al cielo
en las cosquillas de las nubes
de algodón?

Clama al aire mi lamento.
Diles de mi parte hoy
y ayer, mañana, nunca,
al viento, al cielo
que los días se me hacen eternos...
Dile a la primavera dónde estoy...

(modificado de un texto de 2012)