Espío la tormenta desde detrás de la persiana,
escudriño las rendijas y las farolas son violetas
y las sombras de los árboles tiemblan
y la noche grita entre las nubes y aporrea las aceras con sus haces de plata,
se estrella a cántaros sobre el asfalto.
He salido a la ventana a juntar las manos,
he recolectado un pocillo de agua.
Tengo el pelo aplastado de lluvia
y la piel pegajosa y gélida
y una sonrisa de rayo definitiva.
Arrecia así,
es tan hermoso...
Los días de sol son así,
tan hermosos...
Que llueva este instante,
llueva y lluevo.
Al final todos somos huesos
y piel y carne
y algo de cielo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario